Invadir.

A estos lados ya casi oscuros repletos de orillas sin arena, desgastados, oblicuos y encerrados en supuestas cajas de inquietante olvido, repletos, inundan pechos con manos, con lazos, con soplos y compases continuos de bocas y silencios.

Perdón por el retraso.

Lagunas.

Es que ya no recuerdo, ya solo invento, solo intento retener y guardar jirones de viento.

Y tú que ya no me miras, que ya no inventas lugares comunes, que solo intentas olvidar, esconder, perder todo lo que mis manos tocaron.

Lo lejano.

Quedarse contigo, solo esta noche, prometer imposibles e incumplibles, para no pensar en los luegos que mañana queda lejos y ya es tarde para alejar y para pensar en no olvidar, quién habrá venido, para no quedarse, aunque no quieres, y siempre puedes, y que sabes si ya no quieres saber, aunque si sé lo que piden tus sueños.

Paseos y confidencias.

Altos interiores de salones de juegos, de tardes y mesas, de cortinas, de ventanas, de espejos dobles, y más que tarde, solo lentitud, y torpeza, lontananzas y otras idas, otros embelesos, amables miradas, y espaldas y guantes y otros altos salones.

Aunque si.

Encontré y busqué, perdí logros, alcancé senderos, nunca pensé, siempre sentí, era más que sueños aquellos lugares, aquellos momentos, fueron de fuego tus palabras de incalculable dulzura, de deleite, afable bondad. Y perdí sin jugar, las vueltas de lo no vivido, de lo impensablemente incalculable, lo eterno, lo efímero,

Album.

Son retardos e intentos fatuos, letanías de otras tardes, ya tan lejanas, como naves inciertas, como lluvia, son instantes eternos que no llegan, y ya han pasado, pero se quedan almacenados, vivos, dormidos, inquietos, eternos viajeros que siempre van, equipajes de manos, bancos de maderas, ventanas cerradas, farolas apagadas, rincones y árboles, arenas y piedras, muros y calles, fotos y.

Ansia.

Es ingenua la verdad, presta a creer en todo, nada detiene, ni es esmero lo que mueve, ni casualidad ligera y sorpresa de incrédulos, es atención y cuidado, desvelo y dedicación, son otros los que pagan sin saber los motivos, las razones no son lógicas, porque nunca están completas, son pequeñas muestras, que se burlan y se ríen.

Tendido.

Los no sé de los por qué, son movimientos que parecen sonidos cercanos, amigos y queridos, algunos ambiguos, otros intranscendentales, tales como viajes largos, con cambios de vías, de estaciones, de paises y dicen cosas en otros idiomas, con otras luces.

Aerostatos.

Aquellas palabras no están olvidadas, siguen flotando entre sueños, fluyen como humo y se elevan, revuelven instantes y se esconden y vuelven como hojas, como nubes, como truenos, y retumban y susurran, aquellas palabras quedaron para siempre, guardadas en cajones revueltos, escondidas entre sábanas, en los pliegues de esta piel, corren por mi espalda, por mis manos, por mi boca.

Cruzar puentes.

Altos signos de revelación interna, concretos y exactos, inherentes a cualquier éxodo, sensibles a la pérdida, al olvido de lo deseado, a los logros inmediatos, a los alcances inaccesibles, inasequibles, impenetrables, no puedo ser más honesto, no puedo seguir intentando lo que tú ya no quieres. Ya se perdió, sigue existiendo, hay momentos, aunque no hay lugares, hay burbujas, campanas de cristal, hay pensamientos y retornos lejanos.

Lo que fuera.

Nunca la seguridad se aferró con tanta fuerza, lo ingrato triunfó, y la perdida de lo querido y nunca amado se deslizó con gracia, con lenta premura, con música de lento compás, y sigilo atronador, volver al comienzo con ganas, con alientos lisos y soplos leves, con miradas ingenuas, ahora es imposible, pero tan necesario, tan imperiosos para este simple corazón abandonado, duro como piedra, pequeño e insignificante, negro y vacío.

Delicadezas.

Qué puedo pedir que antes no haya deseado, no haya querido, no haya perdido. no haya mal interpretado, no haya anhelado, no haya inventado en sueños, en mi pobre mente no se haya instalado con frases, con palabras repetidas, con sentidos queridos y miles de logaritmos, de kilómetros, de aires que van y vuelven con más intenciones que actos, con más delicadezas y son notas que flotan de músicas y de silencios.