Todo lo que quise saber se esconde detrás de mi, juega y se pierde entre árboles de recuerdos y memoria. Corre por largos salones y abre ventanas a tardes de otros olvidos, a noches tras cristales de humo, de sueños, de veranos e inviernos. Todo lo que queda es ceniza, es tiempo y recuerdos de otros cuerpos desnudos, es letargo, es olvido, son manos que aprietan, son bocas que hablan con sabores distintos.

Puede que aun no haya encontrado la manera de separar cada momento que se escapó, que huyó de mis manos, como agua fria, como arena fina, como nubes lentas o como lágrimas saladas. Puede que no fueran suficiente los intentos, las torpes palabras que se atrancaban, las inútiles miradas cada vez mas furtivas.

Ayer pensé en tu boca de rio, en tus palabras frescas y en tus labios, en tus mentiras dulces y en las que caía una y otra vez, pensé en tus manos, en tu piel cálida, intenté pensar en otros tiempos, largos y lejanos, intenté andar por los mismos caminos, cuando me dabas la mano, cuando intentabas mirarme con tus ojos cerrados, cuando pensabas que aun quedaba tardes de sol de playas y olas, cuando continuaban las palabras, las cartas, la música, el olvido, lo ajeno, lo perfecto, lo íntimo.

Es dulce perderse en estas sombras, entre nubes y nieve. Es largo y lento, como un tango triste, como una balada, como una copa de licor, como una noche entre tus brazos. Es tiempo lo que pasa, lo que aun parece que queda, lo que se aleja, lo que aun parece que tiembla, es un sabor un mis labios y un suspiro en mi boca, es tu olor, es tu sombra la que se enreda, la trepa por mi espalda, sobre mi pecho.