Descuido.

Tiempos internos, eternos y simples descompuestos, solos y alternados, retirados y estirados, alterados, interesados y despreocupados, dejados y abandonados, reconstruidos e intencionados, asolados y emocionados.

Bienintencionado.

Todo llega, algunas veces es lento, y se vuele el pasado, se pliega, se arruga, medimos a partir de granos de arena y nos volvemos locos por controlar y poseer todo aquello que no es nuestro.

Equinoccio.

Que poco cuenta los pensamientos perdidos, los sueños ignorados, los remates de piedra de las casas vieja resuenan sobre gotas de lluvia, sobre vientos, sobre sombras de luces que se apagan girando, dando lenguas y retardos, continua lentamente pensando en el trabajo de ignorar, de no trasponer perdidas de auténticos valores en alza, y es lento, y es huella, y es pasado y calor y letargo.

Alusiones.

Lucha y fuerza desmedida, logros insuperables, intentos y esfuerzos, alteraciones y distorsiones, aveces parecen juegos, otras solo días de paciencia y colores desvaidos, minutos incontables todos distintos y todos casi iguales.

Anhelo del pasado.

¿A donde llega Manuel? Manuel se esconde, Manuel se duerme, Manuel se pierde, Manuel indaga, Manuel quiere, Manuel piensa, Manuel siente, Manuel llama, Manuel vuelve, Manuel calla, Manuel pierde, Manuel noche, Manuel playa, Manuel camino, Manuel música, Manuel luz, y Manuel, y Manuel, siempre Manuel.

Alegoría.

Son los instintos los métodos inhibidores de las fuerzas que flotan sobre vientos y naufragan en subidas y bajadas de mareas, se retraen, alejan, apartan. Actúan sobrados de esmeros y delicadezas, niegan con una mano y liberan con otra, refrenan coartadas y engañan sin entender de escalones, de inquietudes o templanzas.

Trasladar a trasladar.

Una y otra, y puede que alguna, y que otra vez, y por qué no, y si, y alguna más, y no importa, pero, y si viera, y si volviera, y si continuara, de aquella forma, o de esta otra, o si luego, o mejor después, o quizás.

Envoltorio.

Es buscar respuestas acertadas a los métodos de concebir los recuerdos almacenados, amontonados sobre propias mentiras esquivas y sabores incalculados, son los correctos y precisos aciertos los exactos, los esperados y estimados e involuntarios , y fingidos y atesorados.

Lejanías.

Como si las calles de pequeñas piedras dijeran cosas y se movieran, y cambiaran los pasos, los movimientos, las direcciones giran, las esquinas vuelven, y siempre continúa, siempre vuelven y vienen y van, son ecos de otras pisadas, son huellas de otros pies.

Lembrar.

Son los perdidos tiempos los impuestos por los métodos inconstantes, por los ya inútiles remedios anticipados a los inevitables adelantamientos que hacen que ocurran cosas.

Erre.

la vida restalla de semblantes huecos, los nidos adolecen de pesados rescoldos, y las ventanas ya lejanas se hacen lentas, largas, de cristales de ríos, de noches inquietas y calor.

Pescadores.

No sé de tiempos, ni de letras, palabras borrosas, números incompletos justifican largos episodios de lentos misterios, abren puertas los pasos cercanos y las manos se mecen, se lazan y levantan, los párpados son diestros mintiendo, pues niegan con seguridad y se cierran a verdades latentes.

De lo que ahora sé.

A los altos riesgos de la inocencia y el saber, de la ingenuidad y perdón, de vastos y largos ruegos y la falta de culpa fue intolerable la habilidad del desden, el despecho insostenible y la completa falta de malicia.

Abstraerse.

A las alas de plumas recogen, juntan y reunen, anudan y entrelazan, sin cuidado y sin interés, sin esmero, solicitud expresa y en su recelo, teme y preocupa, reune letargos intensos, y viaja sin duda dando aires y aguas y resolviendo vientos. Y aletea una y otra vez, sin temores inciertos, con costumbres de imprecisas y borrosas cuestiones que se repiten, se resuelven y vuelven. Es la boca la señal que el tiempo para, que los encuentros inacostumbrados tumba y alertan con perspicacia y con emoción.

Algunos días.

Pienso en hablar, en los movimientos de mis manos al emitir sonidos, en las cosas que se pierden cuando miro objetos sin importancia, presto mi atención si saber lo que hago, sin intentarlo, pierdo antes de ganar, de conseguir, de bloquear, de insistir, apodero, recabo y alcanzo, siempre sin intentar retener, sin intentar lograr merecer.

De otro modo.

Entre confusiones dilatantes destruidas por orillas serenas y serán olvido, serán tiempos lentos y prometidos, es venir y enredar y como siempre me quedo, me despierto en otros días, en otras alturas, para qué contar los mismos cuentos, los mismos pasados que se vuelven en credenciales del del tiempo.