Útiles de deseo.

El intento de lo inesperado de lo ya perdido resiste incólume, todo queda a salvo del insistente olvido, solo la impaciencia logra mellas y taladra con inquietud la pereza de la preocupación, la desazón y zozobra, no queda inadvertida la desesperación, a esta ansiedad se suma muchas cosas, otros momentos, otras palabras vividas, dame la lenta sensación del tiempo sobre aquellos momentos que continuan rondando de vez en cuendo.

Petrificado.

Sigo dudando, temiendo los enigmas resueltos, las fáciles vueltas, los pocos encuentros, las miradas sospechosas, los recelos dudosos, los argumentos escépticos, y desconfío y tengo incertidumbre, de los pensamientos lejanos, del titubeo de otras manos, de lo que nunca pasó y lo que nunca pasará, son ya inútiles las palabras, absurdos los gestos, qué queda, quién se mueve ya, si no es para andar hacia atrás, para no intentar decir, para no tocar todos los objetos que quedaron inmoviles.

Antes era luego, pero ahora es después.

De donde vendrá, será de lejos, y llegará rendido, cansado de esperar, de buscar, de sentir sin saber, será amable, será de movimientos altos y sabrá andar sin poner los pies en el suelo, sin evitar piedras merodeará primero para atacar con entereza lugares ajenos, lugares de antes estables, lugares sumergidos, pero perdidos aún.

Atento a un encuentro

Siempre que recuerdo, olvido, olvido encontrar y guardar pendientes de sustitutos ingenuos y decadentes tentaciones, quedaron suspendidas las imagenes y los pensamientos tristes, las notas átonas, los silencios esquivos y las menos interesantes palabras, las dichas sin pensar, las lentas sílabas de facil comprensión y las sonrisas.

Regalos secretos.

Son instantes los recuerdos olvidados, renegados en cajas de un olvido próximo, ajeno a instintos paralelos y superfluos, lentas notas sobre hojas rojas, ya no sé si puedo, solo tengo que volver a intentarlo, y no estoy seguro.

Ya sin remedio.

Pendiente de cosas inútiles que traspasan muros, que atraviesan kilómetros, trechos y lánguidas perdidas de insoportable olvido, de lentos pasos, marcados sin destinos, sin reproches y seguidos de cólera, de lamentos sordos, interiores y oscuridad, pesares y tristezas amables.

Tómame.

Me llegó como siento, lo nunca perdido, lo expuesto al abandono, expuesto a la fatalidad, al luego de lo simple, de lo eterno, de lo lógicamente imposible de pedir, y pienso si sigues ahí, si sigues perdido como cuando te encontré, cuantas tardes, cuantos mares, cuantas hojas, cuantas palabras, eran sabores de otros momentos, eran recuerdos lo que flotaban y yo entre ellos.

Cuando el largo ahora nos devuelva.

Devolver los silencios, los espacios vacios y los recuerdos perdidos. Las letanías, los caminos, las esquinas vacias, los recodos, los contrasentidos, las pérdidas, las mañanas, los años, los tiempos que se quedaron jugando con otras manos, con otros pies, con otras espaldas.

Buscame dónde.

Solo lo intangible se acerca a lo evidente, a lo intracendente, porque es incorpóreo todo lo que véo, todo lo que no se mueve parece invisible, todo lo que me toca parece estático, parece que se eleva, que es más grande, parece invisible y otras veces trasparente, es incorporeo lo relativo y simple lo eterno.