Y eso a quién le importa.

Si por un momento pensé, ya pasó, solo quedo yo, como siempre, un poco después, un arrastrar, un perseguir, un intento de retener, de perder y querer, y largas playas, lentos vientos que no quieren soplar, y algo mas que un corazón, algo mas que una piedra, que se vuelve blanda, se vuelve, un pensar de pie, y un intento mas, una súplica más, y un tren que pasa,

Como lentos silencios.

Se pierden tantas cosas por el camino, se pierden los pies, se pierden las manos en otros cuerpos blancos de mármol, de olvido, es mentira todo lo que se mueve, lo que se queda quieto no permanece, muta lentamente, como hojas, como sueños, que continúan, sobre una ola, en un vaso, que contiene cosas, cosas imposibles, que continúan siendo, como bocas, como separaciones. como recuerdos.

La medusa ilusa...

Es tan tarde ya, siempre me lo creo, se me olvidan las palabras, esas ya gastadas de tanto hablar, son piedras de corcho, de papel sucio, lentas y largas, como cuerdas, como redes, como sigilos, lanzados sin querer, como partituras, fugas y desencuentros, tardíos y perdidos, por caminos.

A lo que se parece.

Puede que siempre quede esta torpe forma de hablar sin palabras, estos gestos, estos movimientos casi invisibles a otros ojos, son susurros, casi brisa lenta, pasos estudiados sobre suelos inflados de pasiones, de nubes y humo, son solo pequeños motivos que se hacen grandes por calor y acercamientos lejanos a otros cuerpos menos opacos, menos fríos, son solo labios que se mueven y dedos que fingen, entrelazados y sueltos.

Atentamente.

En un solo momento, me quedé sin nada, como si fuera ahora aquella primera vez, y todo vuelve, y gira cada vez más de prisa, pero más lento, quedará, permanecerá, como sombra inmóvil, y pediré otra vez sin palabras. Qué es lo que sobrará, qué palabras nunca dichas habrá que elegir, para evitar tiempos de espaldas, y vidas, si tú miras te llevaras, te iras, y abrazaras como primeras veces, como nunca.

Continuar de continuo.

A la mañana de después, la respuesta del luego, del hasta ahora, de la mirada rota y de plena sensación, la profunda impresión producida por bocas, por caminos que conducen a nada, a otros caminos.

Dame de tus manos.

Vino el lento invierno cubierto de miradas, de lluvias, paraguas y vientos, vino con sus tardes frías, y manos heladas.






Separado de ti, de la noche y de las largas ramas de los altos árboles, aquellos que se mueven con el viento, aquellos que recuerdan otras manos, otros silencios, y otros días, junto a ti y en cuanto, y todo lo que se mueve es callado, es ver detrás de las espaldas de todo aquello que continúa estático, esperando.

De volver.

Arrástrame, quiero saber, otra vez lo quiero, puedo seguir esperando un poca más, aún puedo y lo deseo, es este vacío el que lo llena todo, este abismo al que no dejo de saltar una y mil veces, es este camino por el que vago siempre hacia delante y siempre parado, viéndote pasar.

Cuando las palabras no quieren hablar.

Pensar es mucho, es largo, es intenso, y lento, son pasos de baile, son danzas, alegorías nuevas, o movimientos antiguos, son quienes los de antes y quienes los de ahora, son cercanos los futuros ya vividos, los interminables caminos de sabores amables, y mi destreza da tumbos hacia otro lado, y mis manos esperan repetir aquellos mismos movimientos, aspira a tus manos, a tus labios, da igual, el de arriba, o el de abajo.