jueves, 4 de agosto de 2011

Dame de tus manos.














Vino el lento invierno cubierto de miradas, de lluvias, paraguas y vientos, vino con sus tardes frías, y manos heladas.






Separado de ti, de la noche y de las largas ramas de los altos árboles, aquellos que se mueven con el viento, aquellos que recuerdan otras manos, otros silencios, y otros días, junto a ti y en cuanto, y todo lo que se mueve es callado, es ver detrás de las espaldas de todo aquello que continúa estático, esperando.

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