jueves, 23 de marzo de 2017






  


Tal vez olvidé aquel silencio, o aquella palabra nunca dicha, o aquellos pasos que murmuraban a mis oídos. Tal vez olvidé todos mis inquietos ruegos a tus pies descalzos a tus manos demasiado lentas y pausadas Y te pido la verdad y como siempre callo, por no exigir, por no esperar nada. Nadie me prohibe la melancolía, nadie espera mi llanto, ni siquiera yo espero mis lágrimas, nadie me prohibe la soledad o el recuerdo, ya no intento guardar los sueños ni las tardes aquellas llenas de palabras dulces.

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