No puedo seguir pensando, errando y cambiando, mutar, desvestir y volver a vestir mis ropas de polvo, de humo gris, con sabor a calle y olor de olvido.
Deambulo y me desvio y vuelvo al mismo punto, vuelto al mismo precipicio, a los mismos momentos que no me dejan, van a mi espalda y me rodea con sus brazos cada vez más fuertes y yo no lucho, solo lloro, y no sé por qué, por la pérdida y el desconsuelo.
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