jueves, 5 de agosto de 2010

La premura resuelta.






Me volví a escuchar otras palabras, pero no es tanto, no llega a ser lo mismo, es anhelar, son deseos vehementes, es ansia y no es tanto y pido, pero no es humildad, orgullo y fracasos los que mueven éste motor, y me cierro a las súplicas, a los ruegos, a las aptitudes personales. A los juegos oscuros no sé decir no, solo me dejo llevar, y algunas veces arrastrar, qué tendrán esos cuerpos quietos y de pié que abrazan sin ternura y con premura, y yo me vuelvo más lento, un botón es un logro, una correa un triunfo y me recreo, ya que no veo siento, y cada vez corro más lento, porque no se puede ir hacia atrás.

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