La larga letanía de los silencios, de ocultos gestos inmóviles, de imperturbables impedimentos, intensos trasnochados de velados lienzos, de inútiles ruegos, de humos danzarines y quietos quiebros, de riesgos desmesurados, de lunas rasgadas, de ríos de lágrimas, azules, saladas y húmedas.
Yo teñí de gasas verdes las tardes, de hojas doradas los árboles de tu alameda, de rojo mis labios, mis címbalos, mis manos, moví y removí mares hasta las profundas rocas.
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