lunes, 13 de septiembre de 2010

Él era.





Había un gesto inconcreto, un movimiento impreciso con el que lo llenaba todo sin que nadie se diera cuenta, simulaba con los ojos ver colores dulces y lentos rondó.

Dió muchos vuelos, muchos baules abiertos, y recogía entre largos momentos tardes con ventanas abiertas, subia escaleras y recorría pausado y sosegado pasillos de puertas blancas.


De donde vino, yo me fuí, se sentaba en el jardín solo y sin darse cuenta cantaba.

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