Lucía eterna, y vagaba plena, recogía insolente propias orillas azules y verdes y volvía a olores de labios que seguian permanentes en los recuerdos infinitos de dulces sonrisas, de requiebros y lisonjas.
Voló y no pensó, atrapó ensueños con redes de seda y con aletargados recuerdos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario