Todas las mueñecas de porcelana, todas las princesas rotas vestidas de rosa, todas saben que como tú nadie.
Todas con sus boquitas pintadas y sus ojitos cerrados, todas saben soñar; todas viven en palacios de grandes salones y en sus espejos rotos se refleja una muerte que nunca llegará.
Y en sus piececitos de porcelana todas calzan zapatos de falso cristal.
Donde estará mi príncipe, mi muñeco de porcelana; estará en Viena, junto a un lago helado, cubierto de hojas secas pensando, quién querrá beber de esta herida que me atraviesa el alma de parte a parte.
Ojalá mañana no salga el sol.
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